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sábado, 4 de junio de 2011
El aire comprimido le entró por el ano y le separó la grasa del cuerpo.
La noticia parece una historia graciosa de esas que se cuentan con dos copas de más. Sin embargo, es la realidad que vivió un camionero de Nueva Zelanda. Steve McCormack rompió la manguera de aire comprimido de los frenos al caerse en el espacio entre el compartimento del conductor y el remolque con tal mala suerte que esta rasgó su pantalón y se encajó en su ano introduciéndole a presión tal cantidad de aire que la grasa de su cuerpo quedó separada de sus músculos. Estuvo a punto de morir, pero vive para contarlo.
El camionero de 48 años, a pesar de todo se siente un hombre afortunado, según publica El NY Daily. "Con suerte de estar vivo", después del surrealista accidente que sufrió el pasado sábado y que lo mandó directamente a la UCI de un hospital de Nueva Zelanda, en Wakatane.
"Sentí como entraba el aire en mi cuerpo y cómo estaba a punto de explotar", cuenta McCormack. Estaba tratando de acoplar su camión al remolque cuando resbaló y cayó sobre la manguera de los frenos de aire.
Esta se rompió y la boquilla le atravesó la ropa y siguió como ya saben.
"Me inflé como un balón de fútbol, y no podía hacer nada más que estar tendido a punto de volar como un globo", aseguró el conductor.
El aire separó su grasa de sus músculos, según la versión de los médicos. Y su cuerpo se llenó de aire, inflando la pierna, el pecho y la cara.
La presión provocó que sus pulmones se llenasen de líquido y comprimieran su corazón. McCormack pidió ayuda y sus compañeros corrieron a controlar el aire. Casi la mitad del depósito del gas se metió dentro de su cuerpo. Los médicos se sorprenden que la presión no haya rasgado su piel.
Los sanitarios de emergencia llegaron una hora después y lo pincharon con una aguja para ayudar a salir el aire y los médicos extrajeron algo, pero la mayor parte salió de la única manera posible.
"Uno solo tiene que eructar o echarlo por los pedos", dijo el camionero. El susto ya ha pasado, pero McCormack demoró tres días en recuperar su tamaño normal.
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